De camino hacia el Sahara, hay una parada obligada, se trata del parque nacional de Ifrane en el Atlas, donde viviera el famoso león del Atlas, y que habitan en su bosque de cedros los macacos, especie en peligro de extinción y que es un disfrute verlos en su habitat y libertad a nuestro paso con las motos por este peculiar lugar.

Los cedros del Atlas son el eje de este complejo ecosistema, y resultan esenciales para la supervivencia de los macacos. Los árboles ofrecen seguridad a los macacos, y en sus ramas duermen en grupos cediendo los lugares interiores a los más jóvenes para guarecerse en las frías noches.

Los macacos tienen una dieta variada a base de bellotas, moras, bayas de rosal silvestre y de espino, o setas. También pasan gran parte del día escudriñando entre la tierra que remueven los jabalíes (Sus scrofa), y levantando piedras en busca de artrópodos e insectos. Y ocasionalmente toman huevos, e incluso pequeñas aves.  Sin embargo, durante los meses de invierno la nieve cubre el Parque, entonces la corteza y hojas del cedro acaban siendo el único alimento accesible para los macacos.

Algunos de ellos están acostumbrados a los seres humanos y se asientan en mitad de la carretera y sus alrededores, sin temor y confiados. Basta mirar hacia el bosque para descubrir los cientos de monos que viven ahí. Detener las motos y dejar que los monos curiosos se acerquen a saludar es un privilegio que siempre arranca una sonrisa. Pero este atractivo turístico tiene una grave consecuencia, que es la de los atropellos. Algunos animales se han acostumbrado a aceptar la comida que les ofrecen los visitantes cerca de la carretera. Hoy en día los macacos se muestran menos precavidos ante la presencia de los vehículos, y los atropellos son habituales. Nosotros no recomendamos alimentar a los monos ya que los vuelve perezosos, genera cambios en sus costumbres y no gastan energía en la búsqueda de alimentos en su habitat de forma natural.